¿Es obligatorio el seguro de protección de pagos?

El seguro de protección de pagos salvaguarda a las empresas de los costes y problemas que generan los posibles impagos de sus clientes.

Contar con un seguro de protección de pagos es más importante que nunca

Los impagos a empresas están a la orden del día. El embate de la pandemia y el encarecimiento de los tipos de interés han afectado el tejido empresarial. Dicho escenario no solo pone en riesgo la salud económica de las empresas, sino incluso su supervivencia, de manera que contar con un seguro de protección de pagos es más importante que nunca.

El riesgo de impago en las empresas en España

El crédito comercial es una práctica habitual entre las empresas. En España, más del 80 % de las operaciones comerciales en el sector empresarial se realizan mediante pagos en diferido o a crédito. Como resultado, el crédito comercial suele representar más del 40 % de los activos de una compañía.

Sin embargo, aplazar los pagos conlleva un riesgo, sobre todo cuando la situación económica empeora para las empresas. Por esa razón, no es extraño que en los últimos meses la morosidad haya alcanzado niveles superiores a los previstos. El 60% de las empresas españolas ya sufren impagos y el 12% de ellas, aproximadamente 171 000 negocios, afirman que corren el riesgo de cerrar debido a los mismos, según el Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito.

El 48 % de los negocios reconoce estar afrontando pérdidas de ingresos significativas debido a la morosidad. De hecho, la falta de control sobre la morosidad representa un riesgo nada despreciable para la actividad empresarial. Cuando no se cumplen los plazos de pago, se generan tensiones de liquidez que pueden desestabilizar la operativa del negocio, en especial para las pymes.

Cuando los impagos están relacionados con las ventas a crédito comercial, el escenario es aún peor porque la pérdida equivale a los costes de producción del producto. Cuanto menor sea el margen de beneficios, mayor será el impacto de los impagos ya que la empresa necesitará vender más a clientes solventes para compensar esa pérdida. Por esa razón, es fundamental que los negocios se protejan de la morosidad de sus clientes.

El seguro de protección de pagos, una garantía necesaria para los negocios

En el mundo asegurador existe un producto cuya contratación es especialmente útil a las empresas: el seguro de crédito frente a impagos. Se trata de una herramienta eficaz para la gestión del riesgo comercial que protege a los negocios de los costes y problemas que suelen generar los impagos de clientes o proveedores.

El seguro de protección de pagos, como también se le conoce, es una modalidad que permite transferir a la aseguradora los riesgos relacionados con la facturación. Por tanto, protege a las empresas de las pérdidas en las que podrían incurrir debido a la insolvencia o morosidad de sus clientes, tanto si venden productos como si ofrecen servicios.

Básicamente, si una empresa no logra cobrar una factura pasada su fecha de vencimiento, se pone en contacto con su aseguradora para notificar el impago. El departamento de recobro se encargará de reclamar el dinero recurriendo primero a la vía convencional y luego a la judicial.

Si la empresa no recibe el pago estipulado de manos del cliente o proveedor, el seguro de protección de pagos le garantiza una indemnización, según el porcentaje acordado en la póliza. La “devolución” del seguro de protección de pagos no cubre toda la factura, pero al menos el negocio podrá recuperar una parte de lo adeudado.

De hecho, cabe aclarar que el seguro de crédito frente a impagos se rige por el principio de coparticipación, lo cual significa que la empresa también participa en las pérdidas que se produzcan debido a los impagos, un mecanismo mediante el cual las aseguradoras intentan que los negocios activen mecanismos para reducir el riesgo de impago de sus clientes. Por ese motivo, la “devolución” del seguro de protección de pagos suele cubrir entre el 80 y el 90% de las insolvencias.

Más allá de la indemnización por impago

A diferencia de las pólizas de otros ramos, la finalidad del seguro de protección de pagos no radica únicamente en indemnizar a la empresa por las pérdidas, sino que también ofrece una serie de servicios que aportan un valor añadido.

Este tipo de seguro no solo proporciona servicios de recobro de las deudas impagadas, sino que también brinda información sobre la solidez financiera de los clientes actuales y potenciales de las empresas, para que puedan operar con mayor tranquilidad. De esa manera también contribuye a prevenir los impagos.

Como las aseguradoras suelen tener acceso a una gran cantidad de información, pueden analizar y monitorizar la situación financiera de los clientes y proveedores de una empresa para informar sobre su solvencia y el perfil pagador. Asimismo, pueden recurrir a su experiencia para estimar el límite de riesgo adecuado para cada cliente final.

Además de fungir como garantía de cobro y cubrir contra insolvencias y morosidad, el seguro de protección de pagos también puede convertirse en una herramienta comercial muy valiosa para consolidar y aumentar la facturación de la empresa o incluso impulsar el crecimiento del negocio.

Con las espaldas cubiertas, las empresas pueden plantearse ampliar su base de clientes o entrar en nuevos mercados asumiendo un riesgo mínimo. Gracias al seguro de crédito frente a impagos también pueden evitar las provisiones por insolvencia y liberar capital circulante pues la empresa no tendrá que computar como pérdidas los importes de las facturas no cobradas al vencimiento.

¿Es obligatorio el seguro de protección de pagos en las empresas?

El seguro de crédito frente a impagos está regulado por la Ley 50/1980 de Contrato de Seguro. No obstante, aunque se trata de una póliza recomendable y muy útil para las empresas, no es obligatorio contratar un seguro de protección de impagos.

A pesar de ello, hay que tener en cuenta que se trata de una herramienta muy eficaz que asegura a las empresas una ventaja competitiva pues es un instrumento financiero de protección que proporciona mayor estabilidad y rentabilidad al negocio, evitando importantes perjuicios económicos.